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Mundo al revés

Mundo al revés

Te ha pasado que de vez en cuando viene a ti ese impulso de decirle al otro lo que debería o no hacer con su vida. No les parece que eso es como aquel pintor de brocha gorda, quien nos impone solamente el matiz de un color para describir nuestro entorno.

Lo sé, muchas veces anhelo que todos los días fueran soleados, que la luz eclipsara la mezcla del blanco y el negro y que los días grises desaparecieran para todos. Pero de inmediato recuerdo que la ausencia de luz en las noches también permite el descanso.

Los tiempos, las horas y momentos llegan con sus circunstancias, pretender ignorarlas, al igual que ignorar los días nublados o las noches oscuras, no nos otorga la razón; ni mucho menos determina el éxito de nada ni de nadie.

Todo lo contrario, entender a quienes ven el mundo desde un punto de vista alterno y utilizan estrategias inusuales, muchas veces difíciles de aceptar, es encarar el reto de una vida con una gradación infinita de colores.

Por más que creamos que alguien pudiese ser feliz o exitoso siguiendo nuestro ejemplo, debemos resistir a la tentación de intentar cambiar la vida de esa persona. Somos quienes somos en cualquier momento de nuestra existencia por una razón, y ninguna persona puede decir con certeza cómo deberían o no ser los demás. Por eso, pienso que el mundo está para ser pintado con ese especial pincel con el que obramos, usando nuestros propios colores y poniéndonos “patas arriba” de vez en cuando para verlo de forma diferente.